Maraxus
y Ardryen tardaron unos segundos en abrir los ojos, por supuesto no era lo que esperaban.
Maraxus concebía el otro lado como un lugar hermoso, con agua cristalina,
prados verdes y lleno de árboles y flores, con un cielo estrellado, donde se
pudieran ver todas las estrellas que pueblan el cosmos. Mientras Ardryen
esperaba un lugar menos lúgubre que estos páramos desiertos donde aparentemente
no era capaz de sobrevivir nada.
El
cielo estaba muy nublado, apenas se podían reconocer estrellas en el Cielo.
-¿Qué
estrella será esa?-Decía Maraxus observando al cielo con cierta incredulidad.
-
Maestro, será mejor que busquemos cobijo, el cielo no parece muy dispuesto a
darnos la bienvenida a estos páramos.- Replicó el muchacho.
Estuvieron
caminando un rato hacia el horizonte hasta que se encontraron con una pendiente
que descendía hasta un valle árido y que
se prolongaba más allá de lo que alcanzaba la vista, de vez en cuando algunas
montañas de arena y piedra que se alzaban en la distancia como islas en mitad
de un mar de arena roja.
Maraxus
y Ardryen decidieron descender al cobijo de una cueva que había en la ladera de
la pendiente el cielo estaba encapotado y empezó a llover de manera muy
violenta.
Ya
ubicados en una cueva pequeña y lejos del peligro de desprendimiento por algún
torrente causado por la tormenta decidieron tomar algo y trazar un plan de
búsqueda.
Para
ellos el color rojizo del suelo, y el violeta tirando a negro del cielo les
parecían extraños, estaban habituados a sus llanuras y a su cielo azulado casi
sin nubes desde el que poder contemplar sus apreciadas estrellas.
El
sueño poco a poco pudo con ellos, así que decidieron descansar un poco hasta
que al menos la tormenta arreciara, se
dividieron en guardias, mientras Maraxus dormía Ardryen pensaba en Tyara, como
habría crecido, que le había pasado en estos últimos años, etc…
Entonces
un relámpago le desvió de su distracción, la luz mortecina de los rayos
inundaba el cielo, en esta primera ráfaga
no presto atención, pero en la segunda creyó vislumbrar una construcción en la
lejanía, su corazón se le aceleró por momentos, estaba impaciente por ver otra
ráfaga y poder confirmar sus sospechas, y a si fue con la tercera pareció ver
lo que era una construcción en forma de torre en la lejanía, no tardó en despertar a Maraxus,
este incrédulo y medio dormido miró hacia donde le señalaba el muchacho, pero
con la cuarta sacudida de los cielos, sus ojos se le abrieron como platos, podía distinguir una construcción
sólida que se alzaba entre las nubes, no a mucha distancia de donde estaban, parecía una torre
a la que iban a parar algunas de las descargas eléctricas, ambos no dudaron
cogieron lo indispensable y salieron corriendo dirección hacia la torre algo
les decía que allí hallarían respuestas.
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