miércoles, 9 de abril de 2014

Un gran plano desierto

Maraxus y Ardryen tardaron unos segundos en abrir los ojos, por supuesto no era lo que esperaban. Maraxus concebía el otro lado como un lugar hermoso, con agua cristalina, prados verdes y lleno de árboles y flores, con un cielo estrellado, donde se pudieran ver todas las estrellas que pueblan el cosmos. Mientras Ardryen esperaba un lugar menos lúgubre que estos páramos desiertos donde aparentemente no era capaz de sobrevivir nada.
El cielo estaba muy nublado, apenas se podían reconocer estrellas en el Cielo.
-¿Qué estrella será esa?-Decía Maraxus observando al cielo con cierta incredulidad.
- Maestro, será mejor que busquemos cobijo, el cielo no parece muy dispuesto a darnos la bienvenida a estos páramos.- Replicó el muchacho.

Estuvieron caminando un rato hacia el horizonte hasta que se encontraron con una pendiente  que descendía hasta un valle árido y que se prolongaba más allá de lo que alcanzaba la vista, de vez en cuando algunas montañas de arena y piedra que se alzaban en la distancia como islas en mitad de un mar de arena roja.
Maraxus y Ardryen decidieron descender al cobijo de una cueva que había en la ladera de la pendiente el cielo estaba encapotado y empezó a llover de manera muy violenta.
Ya ubicados en una cueva pequeña y lejos del peligro de desprendimiento por algún torrente causado por la tormenta decidieron tomar algo y trazar un plan de búsqueda.
Para ellos el color rojizo del suelo, y el violeta tirando a negro del cielo les parecían extraños, estaban habituados a sus llanuras y a su cielo azulado casi sin nubes desde el que poder contemplar sus apreciadas estrellas.
El sueño poco a poco pudo con ellos, así que decidieron descansar un poco hasta que al menos  la tormenta arreciara, se dividieron en guardias, mientras Maraxus dormía Ardryen pensaba en Tyara, como habría crecido, que le había pasado en estos últimos años, etc…

Entonces un relámpago le desvió de su distracción, la luz mortecina de los rayos inundaba el cielo, en esta primera  ráfaga no presto atención, pero en la segunda creyó vislumbrar una construcción en la lejanía, su corazón se le aceleró por momentos, estaba impaciente por ver otra ráfaga y poder confirmar sus sospechas, y a si fue con la tercera pareció ver lo que era una construcción en forma de torre en la  lejanía, no tardó en despertar a Maraxus, este incrédulo y medio dormido miró hacia donde le señalaba el muchacho, pero con la cuarta sacudida de los cielos, sus ojos se le abrieron como  platos, podía distinguir una construcción sólida que se alzaba entre las nubes, no a mucha  distancia de donde estaban, parecía una torre a la que iban a parar algunas de las descargas eléctricas, ambos no dudaron cogieron lo indispensable y salieron corriendo dirección hacia la torre algo les decía que allí hallarían respuestas.

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