Habían
transcurrido más de cincuenta años desde la primera vez que Arcanos puso un pie
en Lázaro, acompañado aquella vez por Maraxus, más de cuarenta y cinco desde
que derrotara a Kisum’Dar en una batalla singular de la que nunca quiso hablar
o narrar, pues era un tema que le incomodaba profundamente, y ahora se
encontraba con un reto y una amenaza con la cual no se había encontrado jamás
antes.
Las
Torres de plata era el cuartel general que Arcanos había ordenado construir
años antes en Lázaro, sobre las ruinas de lo que una vez fue la torre de
Kisum’Dar, el color del Mármol blanco pulido brillaba sobre la tierra rojiza.
Si
Maraxus aun viviera diría que las torres de plata eran un calco a las de
Kisum’Dar, con plataformas mágicas y escaleras, a sus pies un campamento
multicultural.
A
diferencia de otras veces, en las que Arcanos tomaba la ofensiva, esta vez
Arcanos no buscaba una victoria solo Yradri en Lázaro, si no una victoria en
coalición con sus aliados, para reforzar lazos, la victoria de los habitantes
de Terra y los Imperios contra un enemigo numeroso, cruel y poderoso que
habitaba en la sombra.
Junto
a Caminantes, también había Yradris no caminantes, Sayroths, Ordos, Ysshiehs,
Daglas y algún que otro miembro de las tribus de los Dredars.
Arcanos
no escatimó en recursos, con ayuda de los visionarios activo algunos planos de
poder y varias naves de voladoras (que en su día ayudaron a pasar el estrecho
de las penas a los Yradris habitantes de Arastor a Quel’thör), ahora
rediseñadas como naves de guerra, se convirtieron en estampa habitual de los
cielos de Lázaro.
También
el consejo, por primera vez no estaba formado por sus lugartenientes Yradris,
Arcanos había depositado la confianza de Mando en Sirenne Dorothëa (Una Dagla
miembro del Altronato Dagla de Tsasbo), Alarea Al’Namyd (Un Ysshieh de la
casta de los etereos aspirante a Aun’) y Jarald el Rejo (el hijo bastardo de
uno de los señores nobiliarios de Draggan, del cual se decía que su madre era
una Sayroth).
Entre
los soldados empezó a llamarse de manera común a los sirvientes de Kisum’Dar
“Atsanimas” pues algunos ni siquiera habían nacido cuando Arcanos derrotó a
Kisum’Dar en Lázaro y tras demoler la vieja Torre y construir las Torres de
plata, no había quedado nada del legado de la vieja momia.
Las
Atsanimas eran muy numerosas pero estaban mal organizadas, las fuerzas de la
coalición poco a poco fueron poniendo cerco a sus enemigos.
Arcanos
pasaba la mayor parte del tiempo en las Torres de Plata empezando a escribir su
propia crónica.
Igual
que Maraxus había aportado su granito de conocimiento al Ovascorum, Arcanos
pretendía hacer una obra mas completa llamada Neovascorum, el cual hablase de
los prodigios del universo y de toda la información que hasta el momento iba
acumulando, incluida la encontrada en los manuscritos de Kisum’Dar.
Durante
muchas etapas de la guerra, Tyara desobedeciendo las órdenes de campaña de su
marido iba a visitarlo para yacer con él
En
una de estas visitas Tyara quedó embarazada y pronto dio la buena nueva a su
marido.
Arcanos
no cabía en felicidad por fin recibía la noticia que más esperaba, la llegada
de un heredero o heredera para estabilidad del Imperio.
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