miércoles, 9 de abril de 2014

La guerra de los Sabios.

Habían transcurrido más de cincuenta años desde la primera vez que Arcanos puso un pie en Lázaro, acompañado aquella vez por Maraxus, más de cuarenta y cinco desde que derrotara a Kisum’Dar en una batalla singular de la que nunca quiso hablar o narrar, pues era un tema que le incomodaba profundamente, y ahora se encontraba con un reto y una amenaza con la cual no se había encontrado jamás antes.
Las Torres de plata era el cuartel general que Arcanos había ordenado construir años antes en Lázaro, sobre las ruinas de lo que una vez fue la torre de Kisum’Dar, el color del Mármol blanco pulido brillaba sobre la tierra rojiza.
Si Maraxus aun viviera diría que las torres de plata eran un calco a las de Kisum’Dar, con plataformas mágicas y escaleras, a sus pies un campamento multicultural.
A diferencia de otras veces, en las que Arcanos tomaba la ofensiva, esta vez Arcanos no buscaba una victoria solo Yradri en Lázaro, si no una victoria en coalición con sus aliados, para reforzar lazos, la victoria de los habitantes de Terra y los Imperios contra un enemigo numeroso, cruel y poderoso que habitaba en la sombra.
Junto a Caminantes, también había Yradris no caminantes, Sayroths, Ordos, Ysshiehs, Daglas y algún que otro miembro de las tribus de los Dredars.

Arcanos no escatimó en recursos, con ayuda de los visionarios activo algunos planos de poder y varias naves de voladoras (que en su día ayudaron a pasar el estrecho de las penas a los Yradris habitantes de Arastor a Quel’thör), ahora rediseñadas como naves de guerra, se convirtieron en estampa habitual de los cielos de Lázaro.
También el consejo, por primera vez no estaba formado por sus lugartenientes Yradris, Arcanos había depositado la confianza de Mando en Sirenne Dorothëa (Una Dagla miembro del Altronato Dagla de Tsasbo), Alarea Al’Namyd (Un Ysshieh de la casta de los etereos aspirante a Aun’) y Jarald el Rejo (el hijo bastardo de uno de los señores nobiliarios de Draggan, del cual se decía que su madre era una Sayroth).
Entre los soldados empezó a llamarse de manera común a los sirvientes de Kisum’Dar “Atsanimas” pues algunos ni siquiera habían nacido cuando Arcanos derrotó a Kisum’Dar en Lázaro y tras demoler la vieja Torre y construir las Torres de plata, no había quedado nada del legado de la vieja momia.
Las Atsanimas eran muy numerosas pero estaban mal organizadas, las fuerzas de la coalición poco a poco fueron poniendo cerco a sus enemigos.
Arcanos pasaba la mayor parte del tiempo en las Torres de Plata empezando a escribir su propia crónica.
Igual que Maraxus había aportado su granito de conocimiento al Ovascorum, Arcanos pretendía hacer una obra mas completa llamada Neovascorum, el cual hablase de los prodigios del universo y de toda la información que hasta el momento iba acumulando, incluida la encontrada en los manuscritos de Kisum’Dar.
Durante muchas etapas de la guerra, Tyara desobedeciendo las órdenes de campaña de su marido iba a visitarlo para yacer con él
En una de estas visitas Tyara quedó embarazada y pronto dio la buena nueva a su marido.

Arcanos no cabía en felicidad por fin recibía la noticia que más esperaba, la llegada de un heredero o heredera para estabilidad del Imperio.

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