"Para nosotros, la vida, la creación. El todo es parte del un sueño de un gigante, un gigante ancestro, un ente superior, un coloso que en estos momentos reposa. Fuimos creados en el momento que el gigante se fue a dormir, somos parte de su imaginación y como todos los sueños tendremos final cuando este despierte. Esta es nuestra manera de ver que nuestro paso por la existencia que no es ni más ni menos que el mero recuerdo de la fantasía onírica del gigante transcurrida durante ese letargo”.
Doctrina de los contempladores.
La
doctrina de los contempladores era uno de los libros favoritos de Tarabis
Maraxus Rosse.
Por
aquel entonces los contempladores no eran ni más ni menos que un grupo de
Yradri que dedicaba su vida al paciente estudio de los ciclos de las estrellas
y los planetas (Planos). La filosofía de vida de los contempladores no trataba
de por sí dar respuestas, más bien lo que buscaban era simplemente archivar
todo lo relativo a la vida o al universo, y obviamente como en todo ejercicio
de análisis, con la interpretación de estos datos se obtenían respuestas.
Tarabis
era un miembro del gremio de los contempladores, un sabio, mitad científico
mitad filósofo, y aunque en su juventud fue un trotamundos incansable.
Ahora
en el cenit de su vida, y como muchos otros Yradri, aprovechaba los años que le
quedaban de tiempo para dejar constancia del conocimiento acumulado durante el
ejercicio de su vida en los escritos sagrados conocidos como el “Ovascorum”.
El
“Ovascorum” no era más que una gran enciclopedia que parecía no tener fin en la
cual los contempladores iban dejando sus experiencias.
En
su juventud Tarabis pudo haber sido Consejero de Tarsys, los Rosse, (Familia a
la que pertenece), era una de las quince familias gobernantes, y él había sido
elegido entre los suyos como “Candidato” al tratarse de ser un Yradri muy
inteligente, sin embargo, la fortuna no quiso darle la oportunidad de gobernar,
por lo que al poco tiempo de perder la elección a “Candidato” fue sustituido por otro miembro de la familia
más agresivo (políticamente).
Entonces
Tarabis marchó a Yrilrem, pequeña ciudad que estaba surgiendo bajo el mecenazgo
de los Rosse, a la cual el propio Tarabis aportó su granito de arena
financiando y diseñando un templo para los Contempladores.
Sin
embargo Maraxus, no se trata de un personaje elegido al azar entre los Yradri,
es el primero de todos ellos en reconocer el don.
¿Qué
es el don? Bien, ahora pensemos en un sueño, en un momento estamos en una parte
y momentos después en otra completamente distinta, imaginas poder hacer eso en
la realidad. No hablamos de transportarse de manera física a un lugar concreto,
el don es un poder algo inferior en ese aspecto. Más bien se trata de
desaparecer de un plano físicamente y aparecer de manera etérea en un plano
astral conocido como “Vacío de planos”.
Al
cabo unos instantes el Yradri con el don vuelve a materializarse, pero no tiene
porque ser en su plano.
En
un principio y sin entrenamiento se trata un poder muy azaroso, pero con el
tiempo los Yradri se fueron convirtiendo en auténticos caminantes de planos
(planetas) capaces de materializarse y desmaterializarse a propia voluntad.
Maraxus
no es el primero de los Yradri con este poder, pero sí decir fue el primero en
diferenciar que el don se trataba de un poder en sí y los lugares a los que
viajaba eran sitios reales y no parte de un sueño onírico.
Aunque
para ello tardó muchos años en darse cuenta de aquello, como muchos otros
Yradri que le precedieron, él también confundió esos “viajes” con sueños o con
pesadillas, puesto que generalmente una vez que desaparecían del plano físico y
viajaban en cuerpo astral al vacío de planos, la sensación que les quedaba era
la similar a cuando sueñan.
Pasado
un tiempo Maraxus era un erudito sobre el fervor y el único que había estado en
“el Reino[1]”, él
pensaba que era un don propiamente suyo, y le apenaba el no poderlo compartir
con los demás, pero dos mellizos Yradris escribirían sus nombres en las páginas
de oro de las deidades.
[1] El Reino, sobrenombre con el cual también se
conocía cualquier lugar que no fuera Terra al cual viajaban los Yradri, el
Reino, podía ser cualquiera de los planos físicos.
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