miércoles, 9 de abril de 2014

De Ardryen y su victoria

Habían pasado varios años desde la vuelta de Ardryen y Tyara del plano de Lázaro, Tyara había servido de guía para los Yradri pues sus años de cautiverio en la torre de Kisum’Dar no habían sido en vano, Tyara había leído libros incluso había tenido muchos debates con su captor, era una visionaria que deseaba ver  a los Yradris convertida la raza más prospera de todas cuantas  había en el universo. Pero por entonces Tyara simplemente poseía un don que Ardryen supo explotar en su propio beneficio. Ardryen buscaba una venganza pero para ello necesitaba conocimientos, conocimientos de los cuales carecía en Terra, pero que con el libro que Tyara había traído de Lázaro ampliaría.
En ese libro había anotaciones, descripciones precisas de nuevos métodos para descubrir y hacer despertar el “Don” entre los Yradris, por métodos mucho más sencillos de los que Maraxus conocía.
Ardryen quedó impresionado, a la vez que aterrado al observar con sus propios ojos toda la información que tenía Kisum’Dar en su plano sobre los Yradris y del poder de cambiar entre planos.
En un periodo de tiempo de entre tres y cinco años y con apoyo de las familias nobiliarias de Tarsis Ardryen consigue formar un pequeño ejército bien adiestrado de “Caminantes” (Sobrenombre con el que se les conoce a aquellos Yradis con el “Don”).
En ese mismo periodo de tiempo y gracias a su notoriedad, Ardryen Abbadon entra en el consejo como Primarca de su propia familia, nombra a su hermana “Consejera” y mediante el matrimonio con Yrinna Rosse obtiene los votos suficientes para que Tyara Abbadon se convierta en una de las Sabios del consejo de Ancianos de Tarsis.
Con estas alianzas los Abbadon no solo obtienen poder y títulos sino también  una clara ventaja a la hora de realizar las grandes reformas que tiene en mente Tyara.
Pasa el tiempo y Ardryen se vuelto un señor arrogante e impetuoso sus victorias tanto en el campo de batalla como en el terreno político se cuentan por centenares, y a pesar de que Tyara le avisa de que su ejercito de caminantes todavía no está preparado para asaltar el plano de Lázaro, este no escucha los consejos de su hermana y ataca.
Tyara le había advertido antes, que quizás no todos llegarían a reunirse, pero Ardryen desoyó sus consejos y ordenó a sus caminantes concentrarse y dar el salto. No todos resistieron el contacto con el éter, muchos fueron consumidos por la rabia de las tormentas de maná que sucedían en post a entrar en el Reino y muchos de los que hallaron una salida no coincidieron con Ardryen.
Ardryen se hallaba con apenas media docena de compañeros en el plano de Lázaro, los vientos seguían secos y calidos y las tormentas eran aun si cabe más feroces que en aquella visita con Maraxus. Las expectativas de victoria eran escasas, aun así Ardryen decidió adentrarse en el desierto en la búsqueda de Kisum’Dar.
Pero en Lázaro no estaban solos, había unos seres malignos, unas sombras que en anteriores visitas no estaban allí.
Ardryen dio por supuesto que se trataban de sirvientes de Kisum’Dar.
No se sabe que sucedió allí en las arenas de Lázaro o en la fortaleza de Kisum’Dar, solo se sabe que tiempo más tarde, cuando todos daban por desaparecido a Ardryen menos su esposa y su hermana, este apareció solo, portando sobre la cabeza la corona del asesino de su maestro y entre sus manos un montón de libros y manuscritos, para ese entonces algunos de los otros caminantes habían también vuelto de sus viajes con más o menos experiencias y conocimientos, todos alabaron la victoria de Ardryen sobre Kisum’Dar y compartieron sus experiencias con Tyara, en lo sucesivo viajarían a los planos nuevos descubiertos (Solacia, Arcadia, Dominaria y Mirari) con la intención de descubrir razas y traer nuevos conocimientos, para mayor gloria de los Yradris.
Con toda esa información Ardryen toma una determinación, Terra y los Yradri corren peligro y todos, absolutamente todos deben unirse para afrontar los retos que la llegada de la nueva era supone. Es hora de olvidar las viejas rencillas y hacer causa común.

Una mañana del equinoccio de primavera Ardryen entra como Primarca de los Abbadon en la “Corte de las Sombras” de Tarsis y sale coronado como Arcanos, emperador de Terra y Señor de Lázaro.

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