Habían
pasado varios años desde la vuelta de Ardryen y Tyara del plano de Lázaro,
Tyara había servido de guía para los Yradri pues sus años de cautiverio en la
torre de Kisum’Dar no habían sido en vano, Tyara había leído libros incluso
había tenido muchos debates con su captor, era una visionaria que deseaba ver a los Yradris convertida la raza más prospera
de todas cuantas había en el universo. Pero
por entonces Tyara simplemente poseía un don que Ardryen supo explotar en su propio
beneficio. Ardryen buscaba una venganza pero para ello necesitaba
conocimientos, conocimientos de los cuales carecía en Terra, pero que con el
libro que Tyara había traído de Lázaro ampliaría.
En
ese libro había anotaciones, descripciones precisas de nuevos métodos para
descubrir y hacer despertar el “Don” entre los Yradris, por métodos mucho más
sencillos de los que Maraxus conocía.
Ardryen
quedó impresionado, a la vez que aterrado al observar con sus propios ojos toda
la información que tenía Kisum’Dar en su plano sobre los Yradris y del poder de
cambiar entre planos.
En
un periodo de tiempo de entre tres y cinco años y con apoyo de las familias
nobiliarias de Tarsis Ardryen consigue formar un pequeño ejército bien
adiestrado de “Caminantes” (Sobrenombre con el que se les conoce a aquellos
Yradis con el “Don”).
En
ese mismo periodo de tiempo y gracias a su notoriedad, Ardryen Abbadon entra en
el consejo como Primarca de su propia familia, nombra a su hermana “Consejera”
y mediante el matrimonio con Yrinna Rosse obtiene los votos suficientes para
que Tyara Abbadon se convierta en una de las Sabios del consejo de Ancianos de
Tarsis.
Con
estas alianzas los Abbadon no solo obtienen poder y títulos sino también una clara ventaja a la hora de realizar las
grandes reformas que tiene en mente Tyara.
Pasa
el tiempo y Ardryen se vuelto un señor arrogante e impetuoso sus victorias
tanto en el campo de batalla como en el terreno político se cuentan por
centenares, y a pesar de que Tyara le avisa de que su ejercito de caminantes
todavía no está preparado para asaltar el plano de Lázaro, este no escucha los
consejos de su hermana y ataca.
Tyara
le había advertido antes, que quizás no todos llegarían a reunirse, pero
Ardryen desoyó sus consejos y ordenó a sus caminantes concentrarse y dar el
salto. No todos resistieron el contacto con el éter, muchos fueron consumidos
por la rabia de las tormentas de maná que sucedían en post a entrar en el Reino
y muchos de los que hallaron una salida no coincidieron con Ardryen.
Ardryen
se hallaba con apenas media docena de compañeros en el plano de Lázaro, los
vientos seguían secos y calidos y las tormentas eran aun si cabe más feroces
que en aquella visita con Maraxus. Las expectativas de victoria eran escasas,
aun así Ardryen decidió adentrarse en el desierto en la búsqueda de Kisum’Dar.
Pero
en Lázaro no estaban solos, había unos seres malignos, unas sombras que en anteriores
visitas no estaban allí.
Ardryen
dio por supuesto que se trataban de sirvientes de Kisum’Dar.
No
se sabe que sucedió allí en las arenas de Lázaro o en la fortaleza de Kisum’Dar,
solo se sabe que tiempo más tarde, cuando todos daban por desaparecido a
Ardryen menos su esposa y su hermana, este apareció solo, portando sobre la
cabeza la corona del asesino de su maestro y entre sus manos un montón de libros
y manuscritos, para ese entonces algunos de los otros caminantes habían también
vuelto de sus viajes con más o menos experiencias y conocimientos, todos
alabaron la victoria de Ardryen sobre Kisum’Dar y compartieron sus experiencias
con Tyara, en lo sucesivo viajarían a los planos nuevos descubiertos (Solacia,
Arcadia, Dominaria y Mirari) con la intención de descubrir razas y traer nuevos
conocimientos, para mayor gloria de los Yradris.
Con
toda esa información Ardryen toma una determinación, Terra y los Yradri corren
peligro y todos, absolutamente todos deben unirse para afrontar los retos que
la llegada de la nueva era supone. Es hora de olvidar las viejas rencillas y
hacer causa común.
Una
mañana del equinoccio de primavera Ardryen entra como Primarca de los Abbadon
en la “Corte de las Sombras” de Tarsis y sale coronado como Arcanos, emperador
de Terra y Señor de Lázaro.
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