miércoles, 9 de abril de 2014

Hockman

Hockman era otro espectro, como Kisum’Dar, sólo que a diferencia de este, él transmitía un halo de bondad y sosiego.
-¿Quién eres?- Preguntó Arcanos con voz firme y severa.
El silencio se hizo entonces en la cabeza del Emperador y de los allí presentes tronaron con fuerza las siguientes palabras.
-Represento a la fuerza y el coraje que viene desde otro mundo a ayudaros con esta batalla.
De nuevo un silencio sepulcral se hizo en la zona. Arcanos y Hockman parecían mantener una conversación mental, en la cual solo ellos participaban.
-Necesito tu ayuda para acabar con esta amenaza.- Dijo el Emperador.
-Ayúdame y atenderé con gustos tus deseos, incluso dejaré para siempre estos páramos si es eso lo que deseas.- Continuó.
Hockman no dijo nada, se dio media vuelta y desplegó sus cuatro alas blancas resplandecían aun más con el brillo del marfil de las Torres Blancas y su fuerza y su coraje parecieron inspirar a los miembros de la coalición que lucharon con más fiereza y valor que nunca.
Cuando Jarald los vio aparecer no daba crédito a lo que veían sus ojos, se arrodilló ante Hockman y le besó los pies haciendo un voto de juramento[1].
A la puesta de sol la coalición estaba en la brecha y sus hechiceros empezaron a sellarla.
La “Guerra de los Sabios” había ganado, la coalición había salido victoriosa.
Esa misma noche Arcanos y Hockman se reunían de manera privada.
Hockman trataba de diferir las intenciones de Arcanos, pero para cuando lo hizo fue tarde, sin tiempo a reaccionar Arcanos dio la orden, y Hockman fue capturado mediante hechizos y llevado a las Torres Blancas.
Arcanos estaba ebrio de poder, poseía un arma sin igual en esta guerra y además había llevado el frente desde su plaza a la brecha en un solo día.
A la mañana siguiente Arcanos bajó a ver a su invitado. Hockman permanecía indeleble, con las cadenas mágicas de los Yradri unidas a sus muñecas, tenía la vista baja, como meditando, los pasos de Arcanos le hicieron salir del trance, era hora de afrontar su destino.
-Espero que comprendas, no serás libre hasta que esta guerra haya acabado.- Dijo Arcanos con tono sosegado.
-¿Crees que con palabrerías vas a aplacar el cinismo de tus actos? No te equivoques, la victoria ya es tuya, observa la brecha, ya está cerrada.
Que sepas que he observado el futuro, se quien eres.
Tú, Señor de Terra, ni por un segundo te has planteado el liberarme. Sé que me llevarás a Terra cómo símbolo de tu victoria sobre las Atsanimas, y allí te proclamaras Dios entre los mortales, en tu interior lo sabes, es lo que anhelas… (Susurro) Ser más magnánimo que ningún otro-Dijo Hockman.
Hubo otro silencio incomodo entre los dos, Arcanos se marchó y enseguida entraron miembros de la Cábala trasladaron a Hockman a su nuevo hogar, las cadenas del fin del mundo, al norte de Valhalla, en la zona conocida como “Corona de escarcha”, al norte de Quel’thor.



[1] Sir Jarald el Rejo es el primer líder de la orden de los Caballeros de Hockman.

Phaige Abbadon: I Parte

Phaige era una niña preciosa, tenia los cabellos oscuros y su piel muy blanca, sus ojos eran dorados brillantes, con una intensidad muy superior a la de sus padres, era un bebe cariñoso y tierno, sin embargo algo aventurero y desobediente, para asombro y orgullo de sus padre aprendió a utilizar el “Don” antes de a decir Papa o Mama.
Arcanos tenía muchas esperanzas en esa niña, más que en la guerra de Lázaro.
En los últimos meses las Atsanimas se las habían apañado para estirar demasiado el frente por lo que los flancos de la coalición no quedaban lo suficientemente protegidos, Lady Dorothëa  era partidaria de recular y juntar líneas, sin embargo Jarald el Rejo no estaba por la labor.
En una maniobra suicida Jarald dirigió a un número importante de hombres hacia la brecha aprovechando una ruptura en la vanguardia de las Atsanimas, sin embargo se percató de que se trataba de un movimiento trampa demasiado tarde.
Pronto varios grupos de Atsánimas lanzaron sendos ataques en pinza aislando al grupo de Jarald del resto de la vanguardia de la coalición.

Dorothëa ordenó reagruparse movimiento que aprovecharon las Atsánimas para hacer mucho daño en los flancos, en apenas horas de batalla la coalición no solo estaba dividida y había perdido muchos efectivos si no también mucho terreno, y el frente se encontraba ahora más próximo a las Torres de Plata que a la brecha.

El terreno escarpado donde habían quedado aislados los hombres de Jarald les dio cierta seguridad y les permitió reagruparse y aguantar las embestidas de manera heroica, mientras tanto, a varios kilómetros al sur, los defensores Alarea y Lady Dorothëa lo tenían mas complicado.
Arcanos tuvo que salir con su guardia personal para conseguir romper el cerco y permitir que la vanguardia de su ejército pudiera reorganizarse, durante esa refriega, Arcanos fue herido en un ojo, el cual acabaría perdiendo al final del día.
Con el transcurso de las horas el frente estaba roto y el cerco ahora estaba frente a las Torres de Plata, por suerte la coalición eran buenos defensores, sin embargo la situación critica la vivían Jarald y su vanguardia, Arcanos no podía permitirse por nada del mundo perder a esos buenos soldados.

Mientras los oficiales debatían calurosamente como se iba a actuar sin llegar a un acuerdo y de manera milagrosa (o así viene escrito en las cronicas), un ser de aspecto angelical se apareció ante las puertas de la Torres de Plata, su nombre era Hockman.

La guerra de los Sabios.

Habían transcurrido más de cincuenta años desde la primera vez que Arcanos puso un pie en Lázaro, acompañado aquella vez por Maraxus, más de cuarenta y cinco desde que derrotara a Kisum’Dar en una batalla singular de la que nunca quiso hablar o narrar, pues era un tema que le incomodaba profundamente, y ahora se encontraba con un reto y una amenaza con la cual no se había encontrado jamás antes.
Las Torres de plata era el cuartel general que Arcanos había ordenado construir años antes en Lázaro, sobre las ruinas de lo que una vez fue la torre de Kisum’Dar, el color del Mármol blanco pulido brillaba sobre la tierra rojiza.
Si Maraxus aun viviera diría que las torres de plata eran un calco a las de Kisum’Dar, con plataformas mágicas y escaleras, a sus pies un campamento multicultural.
A diferencia de otras veces, en las que Arcanos tomaba la ofensiva, esta vez Arcanos no buscaba una victoria solo Yradri en Lázaro, si no una victoria en coalición con sus aliados, para reforzar lazos, la victoria de los habitantes de Terra y los Imperios contra un enemigo numeroso, cruel y poderoso que habitaba en la sombra.
Junto a Caminantes, también había Yradris no caminantes, Sayroths, Ordos, Ysshiehs, Daglas y algún que otro miembro de las tribus de los Dredars.

Arcanos no escatimó en recursos, con ayuda de los visionarios activo algunos planos de poder y varias naves de voladoras (que en su día ayudaron a pasar el estrecho de las penas a los Yradris habitantes de Arastor a Quel’thör), ahora rediseñadas como naves de guerra, se convirtieron en estampa habitual de los cielos de Lázaro.
También el consejo, por primera vez no estaba formado por sus lugartenientes Yradris, Arcanos había depositado la confianza de Mando en Sirenne Dorothëa (Una Dagla miembro del Altronato Dagla de Tsasbo), Alarea Al’Namyd (Un Ysshieh de la casta de los etereos aspirante a Aun’) y Jarald el Rejo (el hijo bastardo de uno de los señores nobiliarios de Draggan, del cual se decía que su madre era una Sayroth).
Entre los soldados empezó a llamarse de manera común a los sirvientes de Kisum’Dar “Atsanimas” pues algunos ni siquiera habían nacido cuando Arcanos derrotó a Kisum’Dar en Lázaro y tras demoler la vieja Torre y construir las Torres de plata, no había quedado nada del legado de la vieja momia.
Las Atsanimas eran muy numerosas pero estaban mal organizadas, las fuerzas de la coalición poco a poco fueron poniendo cerco a sus enemigos.
Arcanos pasaba la mayor parte del tiempo en las Torres de Plata empezando a escribir su propia crónica.
Igual que Maraxus había aportado su granito de conocimiento al Ovascorum, Arcanos pretendía hacer una obra mas completa llamada Neovascorum, el cual hablase de los prodigios del universo y de toda la información que hasta el momento iba acumulando, incluida la encontrada en los manuscritos de Kisum’Dar.
Durante muchas etapas de la guerra, Tyara desobedeciendo las órdenes de campaña de su marido iba a visitarlo para yacer con él
En una de estas visitas Tyara quedó embarazada y pronto dio la buena nueva a su marido.

Arcanos no cabía en felicidad por fin recibía la noticia que más esperaba, la llegada de un heredero o heredera para estabilidad del Imperio.

Falsa victoria en Solacia y el inicio de la Guerra de los Sabios

El plano de Solacia es un plano habitado por los Dredar[1]. Desde un principio estos se mostraron hostiles en indómitos, fuertes como la propia voluntad del propio Arcanos.
Pero al poco de empezar la campaña, noticias terribles llegaron desde Lázaro, una brecha se había abierto en el cielo y cientos de miles de Sirvientes de Kisum’Dar brotaban de ella.
Arcanos debía actuar con rapidez, derrotarlos y cerrar la brecha, o seria el fin de su Imperio y de los suyos.
Dejo Solacia en manos de Lady Kareldam Arister, Lord Vaegthor Griffing y Lord Bael’ech Gürssen.
Lord Bael’ech (al que apodaban el Oso gris), por la insignia de armas de su familia, se encargó de gobernar y aguantar bien las embestidas de los Dredar, mientras sus aliados marchaban junto a su señor a Lázaro a librar una batalla sin precedentes conocida como la “Guerra de los Sabios”.
Con el tiempo Lord Bael’ech se gano el respeto entre algunas tribus, y aunque estas lo respetaban a él, y no a Arcanos, esté aprovechó su notoriedad para proclamar a Arcanos como señor también de Solacia, aunque este título le duraría poco.



[1] Los Dredar son una raza muy influenciados por los Yradri, en concreto por una especial Phaige Abbadon.

Los edictos de sangre y los Sayroth

Arcanos contaba con sesenta y pocos años (aun era joven, pues los Yradri tienen más longevidad que los humanos), y el imperio de Arcanos se extendía no solo por Terra si no los Planos de Lázaro, Arcadia, Dominaria y Mirari.
Ahora la preocupación del Emperador era la de tener un digno sucesor que heredara su basto imperio sin embargo dudaba de que Yrina Rosse fuera una madre digna.
A diferencia de otros, Yrina no había despertado el “Don” y por lo descubierto en sus documentos había muchas posibilidades de que si una pareja de Yradri poseedores del don engendraban, su descendencia tendría este “Don” asegurado. Cuanto mayor era el control sobre el “Don” de los progenitores, mayor sería el dominio del “Don” y más fuerte en la descendencia.
Arcanos entonces decidió lanzar varios edictos que causaron conmoción entre los suyos. El primero de ellos fue aprobar leyes para controlar la natalidad por parte del estado entre aquellos Yradri “no caminantes”, similar a lo realizado con los Ordos en Dominaria.
El segundo edicto, conocido como “ordenes de pureza” obligaba a los Yradri caminantes a solo engendrar con otros caminantes, de lo contrario perdería su estatus de civiles y se convertirían en ciudadanos.
Nota: Los Civiles dentro del imperio de Arcanos tenían el deber de ir a la guerra (por ser caminantes), pero además de reclamar tesoros y propiedades para sí, además de escalar y llegar a obtener títulos nobiliarios, los ciudadanos, no, simplemente pagaban impuestos pero por lo demás no tenían deberes para con el estado al margen de los de respetar las normas impuestas.
Para demostrar que todos han de tomarse enserio sus edictos el propio Arcanos se separa de Yrinna Rosse y se desposa con la única Yradri que según él está a su altura en poder, conocimientos y reputación, su propia hermana Tyara Abbadon.
Esta noticia no pillo por sorpresa a nadie, hay que destacar que el “Don” es una habilidad innata en los Yradris pero que se despierta en muy pocos y que menos aun llegan a controlar o dominar.
Solo un entrenamiento intensivo podía permitir al Yradri controlarlo, sin embargo para la mayoría, sus viajes sólo se hacían en sueños, y de manera astral no física.
Las guerras habían disminuido el número de “Caminantes” notablemente así que Arcanos ordenó a sus científicos de “La Cábala” dar con lo que fuera con tal de aumentar las probabilidades de despertar en “Don” entre los suyos.
Años antes los miembros de la Cábala ya habían dado con la manera de aislar una serie enzimas capaces de usarse como catalizadoras de manera que el Yradri ya no solo era capaz de trasladarse astralmente al lugar deseado, si no también de manera física.
Sin embargo no era sencillo, aquellos sin el “Don” desde el momento de su nacimiento, no eran del todo capaces de controlar su poder y al ser expuestos a las enzimas para realizar esos “viajes” llegaban a sufrir horribles deformidades debido a la radiación.
A estos Yradri se les empezó a conocer como Sayroth (Malditos), puesto que algunos presentaban marcas en sus rasgos físicos que quedaban ahí de manera permanente.
Mientras un verdadero caminante podía saltar entre unas doscientas veces en batalla entre uno y otro plano en pos de buscar las debilidades y aprovechar el factor sorpresa, un Yradri sin el “don” necesitaba un chute de 0.50mml de esta enzima, inyectada directamente al bulbo raquídeo para dar un único salto, con las consecuencias anteriormente nombradas.
El otro problema es que esta enzima llamada “Carmesí” sólo se encontraba en la sangre de los propios caminantes que poseían el don, y que se necesitaba bastante para conseguir aislar esa pequeña cantidad que permitía a los Yradri sin el “don”.

Arcanos se veía en el dilema de aumentar sus filas a costa de la sangre de los suyos o de esperar otra solución, sin embargo pronto estalló otra guerra.

Formación del Imperio

El emperador Arcanos lanza varios edictos y recluta a cuantos miembros puede entre las familias nobles con el  “Don” para poder entrenarlos personalmente y hacerlos miembros de su guardia personal.
Además funda una organización conocida como “La Cábala” a la cual presta varios de los documentos encontrados en Lázaro. La finalidad de “La Cábala” es dar con aquellos con el “don” entre el pueblo llano, reclutarlos aunque sea de manera forzosa y entrenarlos.
Para no entorpecer el crecimiento de Tarsis, y por comodidad, Arcanos mueve su corte a Yrilrem, aquella ciudad en crecimiento donde aprendió tanto de Maraxus, situada a orillas del Lago Riathelis y mas o menos centrada en el continente de Quel’thor.
Sin excepción todas las ciudades rinden pleitesía a Arcanos y lo reconocen como Emperador, sin necesidad de guerras internas Arcanos une a todos los reinos Yradris bajo una promesa, Tierras, riquezas y poder más allá del que sus mentes pueden alcanzar.
Arcanos ya ronda los cuarenta y tantos años, aun no han aparecido canas en su pelo, aunque sí que posee algunas arrugas de expresión, sus ojos son de un color dorado intenso que parecen brillar por ellos mismos en la más oscura de las noches, todo está preparado, su ejercito ha sido formado adecuadamente, han aprendido hechizos y forjado nuevas armas y armaduras, esos libros traídos desde la Torre de Kisum’Dar habían dado un conocimiento y poder inimaginables a Arcanos y los suyos.
Era hora de que la bestia de guerra Yradri diera su primer mordisco y el plano elegido era Arcadia, un plano habitado por los Ysshieh[1], una raza de seres neutrales duchos en las artes arcanas y que valoraban el conocimiento por encima de todo.

Primer paso: Arcadia
Arcadia fue un plano que se conquistó sin violencia, Arcanos apareció con su poderoso ejercito preparado para combatir, sin embargo muy dispuesto a parlamentar.
Los Ysshieh, señores de Arcadia ansiaban tanto el conocimiento como el propio Arcanos y este no dudó en adoctrinarles en los conocimientos que ya poseía. Ni los Yradri veían en los Yssieh a un enemigo ni los Ysshieh a los Yradri como unos conquistadores.
Ambos colaboraron desde un principio, pronto una delegación numerosa de Ysshieh, incluido un Aun’ (Señor inmortal  y gobernador entre los señores Ysshieh) viajó a Terra, allí Arcanos les cedió terreno mas que suficiente para formar una colonia (la cual llamaron Sorcerian). A cambio de acuerdos y de que los habitantes de Arcadia vieran a Arcanos como un líder más de entre los suyos.
Arcanos fue recibido por los siete Aun’, señores inmortales, los cuales le alabaron, vieron su poder, su destino y lo que les aguardaría si no cedían ante sus demandas, solo el carácter del emperador sirvió para rendir todo un plano.

Guerra total: Dominaria
Dominaria fue todo lo contrario a Arcadia, desde un principio los líderes tribales Ordos[2] se mostraron recelosos.
“Si la montaña no se inclina ante la furia del viento y la tormenta, cual altos y fuertes sean sus relámpagos, porqué nosotros hemos de hacerlo”
Esa era su máxima, los Ordos estaban formados por cuatro castas diferentes;
            -La casta de los Shau’din, nacidos durante el ciclo solar de Oldine, también conocidos como los que nacen al alba se consideran los guías de su pueblo y líderes.
            -La casta de los Namid, nacidos durante el ciclo solar de Lerentha se consideran los más fuertes entre los clanes, son guerreros feroces e incansables.
            -La casta de los Orenda, nacidos durante el ciclo solar de Silary, son los menos numerosos entre los Ordos, pero al igual que los Yradri ellos pueden viajar entre planos, solo que al plano al que ellos pueden viajar se conoce como el plano de las sombras, un plano oscuro y devastado, habitado por unas criaturas similares a las que se encontró Arcanos en su segundo viaje a Lázaro y que según ellos tienen entendido dirige con mano de Acero una  diosa conocida como Drana as Dranar (Hiladora de Hilos).
            -La casta de los Inali, nacidos durante la noche, hijos de la oscuridad, audaces y veloces, son altaneros, rebeldes, pero también muy valientes.
Algunos Yradri también conocían el plano de las sombras, habían viajado a el, pero volvían recelosos, algunos se habían vuelto traidores, y otros locos, era uno de los planos a los cuales Arcanos había prohibido viajar por un decreto por carecer todavía del poder suficiente para controlar las radiaciones que producía, además en los libros de Kisum’Dar avisaba claramente de su peligro.
Las guerras por Dominaria fueron numerosas y sangrientas, los ordos tenían una clara ventaja, sabían su terreno y podían percibir la llegada de las tropas de elite Yradris con suficiente antelación como para emboscarlos, y cuando se veían en desventaja huían hacia el plano de las sombras impidiendo así a los Yradris contar con su mejor baza, el factor sorpresa.
Mientras la guerra se recrudecía en Dominaria, Arcanos en Yrylrem trazaba nuevos planes y estrategias junto a sus lugartenientes.
Finalmente Arcanos decidió arriesgarse se la jugó usando la estrategia que menos le gustaba, dividir fuerzas y asaltar el plano de las sombras a la vez que puntos estratégicos en Dominaria, su idea era acabar con los todos los Orenda posibles y privar a los Ordos de esa ventaja.
Sin embargo en una de las refriegas capitaneadas por el propio Arcanos se vio envuelto en una emboscada, pero no por Ordos, si no por seres con los que ya había luchado con anterioridad.
-¿¡Sirvientes de Kisum’Dar!?
La batalla conocida como la batalla en las sombras pilló a Arcanos y a ciento quince de sus mejores hombres en el plano de las sombras.
En mitad de una refriega tanto Ordos como Yradris fueron sorprendidos por un numero ingente de sirvientes de Kisum’Dar, ambos bandos tuvieron que dejar su enemistad a un lado y colaborar por sobrevivir, muchos cayeron, sin embargo Arcanos sobrevivió y además de pactar un alto el fuego temporal se hizo con un hechizo muy poderoso encontrado entre los restos del que parecía el líder caído de aquellos espectros.
Arcanos aun  tardaría varios años en rendir el plano de Dominaria, antes tomaría el plano de Mirari.
Con el poder de los Daglas (señores de Mirari) Arcanos ya tendría el poder de combate suficiente como para rendir a los Ordos, se reunió  con los clanes supervivientes, los Tordruk, Kazzak, Zeng, Urgaz, Orum, Qarm, Rastig, Gromm, Bear, Vashh y Voldrek, pero la paz no salió barata para ninguno de los bandos.
Los Ordos perdieron muchos de sus iguales y muchos de los más jóvenes y fuertes entre los clanes tuvieron que exiliar obligados a Terra y buscarse la vida en las tierras áridas de Karim’Dor (al norte de Quel’thor), los más ancianos se quedaron en Dominaria junto a los tullidos e incapacitados y fueron sometidos a un régimen de “restricción de la reproducción” obligando a controles sobre los neonatos, ellos podrían mantener sus posesiones, gobiernos y creencias, pero deberían respetar la supremacía de los Yradri y aceptar a Arcanos como supremo emperador.
Por el otro lado dos tercios de los Caminantes fallecieron en las guerras de Dominaria, y el número de sus tropas seguía menguando.
A Arcanos no le quedó otro remedio que lanzar un edicto el cual permitía a “La Cábala” cualquier tipo de experimentos para fomentar el despertar del don entre los Yradri. Y donde la naturaleza había fracasado, “La Cábala” halló una solución.

Nuevos Aliados: Mirari
Hace miles de años los visionarios Daglas previeron que una raza de guerreros los destruiría y que su única salvación era destruir el sol de Silary.
Sin embargo fue despertar Silary lo que despertó en don en los Yradri.
Cuando los primeros caminantes llegaron a Mirari hubo mucho revuelo.
Algunos Daglas lo tomaron como una señal cataclísmica y otros como una oportunidad.
La casta de visionarios que gobernaba a los daglas era vieja y seca, anclada en las glorias del pasado, cuando la dinastía Dagla gobernaba el universo, sin embargo los Dagla habían perdido ese poder y sus portales no funcionaban bien desde la destrucción de Silary.
Breve historia Dagla:
Hay tres soles en el cielo, sus tres dioses (Silary, Oldine y Lerentha) y tres castas entre los Daglas. Los guerreros de Oldine (Guerreros del Sol naciente), los Sacerdotes de Lerentha y los videntes de Silary (Hechiceros del Sol Poniente).
Antes que ninguna otra raza en el universo, los Daglas empezaron a guiarse por las estrellas y de los soles obtuvieron toda su gloria y poder.
Los videntes habían visto en sueños como viajar entre planos, y ordenaron construir portales para viajar entre estros, esos portales funcionaban con la energía de los tres soles.
Pronto los Dagla conquistaron mundos enteros, pero los videntes, cada vez mas racionales y menos emocionales empezaron a interpretar y tejer las líneas que dibujaban las estrellas del universo.
Ellos descubrieron que cada ser, cada sujeto, cada raza o cada civilización ya tenía un destino escrito y que a pesar de los constantes cambios siempre era posible preveer las consecuencias de los actos, esta mera observación y calculo de las posibles probabilidades volvió a los visionarios arrogantes y metódicos carentes de emociones.
Un día uno de los visionarios quiso llegar más allá que ningún otro y discernir el destino de su propio pueblo, su nombre era Ulth’we.
Ulth’we predijo con un 99’999% de probabilidades, la fecha del fin del imperio dagla, el porqué y quienes, según él, unos seres llamados “caminantes”.
Entonces el miedo empezó a cundir entre la población, mientras un grupo numeroso de Daglas seguían su conquista de planos más allá de los portales, sin embargo otros empezaron a temer que a través de esta expansión de su imperio llegase a entrar en contacto con esa raza que según Ulth’we había predicho tomaría la tecnología Dagla y la utilizaría contra ellos para destruir su imperio.
A los Daglas sólo les quedó una solución posible, destruir Silary, según las profecías de Ulth’we y demás visionarios que le ayudaron en sus cálculos, era el plan mas viable y con más probabilidades de éxito.
Esto por supuesto dividió al Imperio Dagla que pronto entró en una guerra civil perpetua que duraría hasta la destrucción de este por parte de la Calamidad Apnros[3].
Ignorando a su pueblo los visionarios, casta gobernante entre los Daglas hicieron caso a las indicaciones de Ulth’we, orientaron los portales bajo su control con dirección hacia las coordenadas astrales de Silary y empezaron a preparar poderoso hechizos de destrucción, protección y sellado. Todos aquellos que atravesaron el portal en ese momento sabían que no había marcha atrás, Silary era un sol y en cuanto llegaran al otro lado y se rompieran los hechizos de protección morirían.
El sacrificio no fue en vano y el sacrificio de los visionarios así como el poder de sus hechizos de destrucción y sellado provocó una serie de reacciones dentro del astro que acabaron por apagarlo, convirtiendo al astro en una estrella extinta.
La guerra entre castas prosiguió, había periodos de paz pero pronto ascendían al poder alguna serie de Visionarios ansiosos de gloria y a la sombra de Ulth’we que retomaban el conflicto.
Cuando los Yradris llegaron por primera vez, Mirari ya era un plano arrasado por las constantes guerras y conflictos internos.
Arcanos, consciente de que su poder estaba menguando por las campañas en Dominaria, decidió aliarse con varias familias Daglas, les ofreció numerosas tierras en Quel’thör, (exactamente la zona de Quel’Daran, donde los Daglas formaron tres colonias muy importantes, casi compitiendo en importancia con Tarsis o Yrilrem, estas eran Talassar, Quelturas y Tsasbo, y más adelante y tras la guerra Civil se formaría Tëbas).
Arcanos pacto con las familias de los Tyr, Morguris, Döras, Acebo, Thalssarian y Shadowgrey, las cuales además obtuvieron títulos nobiliarios y peso dentro de las decisiones políticas que se tomarían en el consejo de Yrilrem.
Ahora las zonas de Quel’Daran quedarían bajo gobierno Dagla y los Daglas apoyarían y nombrarían a Arcanos como soberano y señor de Mirari.
Con este apoyo y con una rápida campaña Arcanos no solo consiguió la victoria en Mirari, si no que aprendió el control y uso de los portales, y los usó para transportar más material y tropas en su campaña contra Dominaria.

Casi simultáneamente había llegado el final de la guerra en ambos planos y a estas alturas Arcanos era ya conocido como Emperador de Terra y Señor de todos los planos. Aun así aun quedarían todavía casi treinta años más de campañas para llegar a la conocida como la época de paz o la época dorada.



[1] Tanto la cultura como los bocetos de los Ysshieh, como los de las otras razas de los planos están hechos por si tienes interés en documentarte más acerca de este mundo.
[2] Los Ordos son la raza aborigen del plano de Dominaria, son una raza de seres fuertes y tozudos como una montaña.
[3] La historia de las calamidades se narra en el segundo tomo.

De Ardryen y su victoria

Habían pasado varios años desde la vuelta de Ardryen y Tyara del plano de Lázaro, Tyara había servido de guía para los Yradri pues sus años de cautiverio en la torre de Kisum’Dar no habían sido en vano, Tyara había leído libros incluso había tenido muchos debates con su captor, era una visionaria que deseaba ver  a los Yradris convertida la raza más prospera de todas cuantas  había en el universo. Pero por entonces Tyara simplemente poseía un don que Ardryen supo explotar en su propio beneficio. Ardryen buscaba una venganza pero para ello necesitaba conocimientos, conocimientos de los cuales carecía en Terra, pero que con el libro que Tyara había traído de Lázaro ampliaría.
En ese libro había anotaciones, descripciones precisas de nuevos métodos para descubrir y hacer despertar el “Don” entre los Yradris, por métodos mucho más sencillos de los que Maraxus conocía.
Ardryen quedó impresionado, a la vez que aterrado al observar con sus propios ojos toda la información que tenía Kisum’Dar en su plano sobre los Yradris y del poder de cambiar entre planos.
En un periodo de tiempo de entre tres y cinco años y con apoyo de las familias nobiliarias de Tarsis Ardryen consigue formar un pequeño ejército bien adiestrado de “Caminantes” (Sobrenombre con el que se les conoce a aquellos Yradis con el “Don”).
En ese mismo periodo de tiempo y gracias a su notoriedad, Ardryen Abbadon entra en el consejo como Primarca de su propia familia, nombra a su hermana “Consejera” y mediante el matrimonio con Yrinna Rosse obtiene los votos suficientes para que Tyara Abbadon se convierta en una de las Sabios del consejo de Ancianos de Tarsis.
Con estas alianzas los Abbadon no solo obtienen poder y títulos sino también  una clara ventaja a la hora de realizar las grandes reformas que tiene en mente Tyara.
Pasa el tiempo y Ardryen se vuelto un señor arrogante e impetuoso sus victorias tanto en el campo de batalla como en el terreno político se cuentan por centenares, y a pesar de que Tyara le avisa de que su ejercito de caminantes todavía no está preparado para asaltar el plano de Lázaro, este no escucha los consejos de su hermana y ataca.
Tyara le había advertido antes, que quizás no todos llegarían a reunirse, pero Ardryen desoyó sus consejos y ordenó a sus caminantes concentrarse y dar el salto. No todos resistieron el contacto con el éter, muchos fueron consumidos por la rabia de las tormentas de maná que sucedían en post a entrar en el Reino y muchos de los que hallaron una salida no coincidieron con Ardryen.
Ardryen se hallaba con apenas media docena de compañeros en el plano de Lázaro, los vientos seguían secos y calidos y las tormentas eran aun si cabe más feroces que en aquella visita con Maraxus. Las expectativas de victoria eran escasas, aun así Ardryen decidió adentrarse en el desierto en la búsqueda de Kisum’Dar.
Pero en Lázaro no estaban solos, había unos seres malignos, unas sombras que en anteriores visitas no estaban allí.
Ardryen dio por supuesto que se trataban de sirvientes de Kisum’Dar.
No se sabe que sucedió allí en las arenas de Lázaro o en la fortaleza de Kisum’Dar, solo se sabe que tiempo más tarde, cuando todos daban por desaparecido a Ardryen menos su esposa y su hermana, este apareció solo, portando sobre la cabeza la corona del asesino de su maestro y entre sus manos un montón de libros y manuscritos, para ese entonces algunos de los otros caminantes habían también vuelto de sus viajes con más o menos experiencias y conocimientos, todos alabaron la victoria de Ardryen sobre Kisum’Dar y compartieron sus experiencias con Tyara, en lo sucesivo viajarían a los planos nuevos descubiertos (Solacia, Arcadia, Dominaria y Mirari) con la intención de descubrir razas y traer nuevos conocimientos, para mayor gloria de los Yradris.
Con toda esa información Ardryen toma una determinación, Terra y los Yradri corren peligro y todos, absolutamente todos deben unirse para afrontar los retos que la llegada de la nueva era supone. Es hora de olvidar las viejas rencillas y hacer causa común.

Una mañana del equinoccio de primavera Ardryen entra como Primarca de los Abbadon en la “Corte de las Sombras” de Tarsis y sale coronado como Arcanos, emperador de Terra y Señor de Lázaro.